Ayer fue un día difícil. Desde que empezó hasta que terminó.
Soy distraída, dispersa más bien. Me cuesta concentrarme. Si hace frío no puedo escribir. Y con ese sol que por más que salga no calienta, más el aire acondicionado soplándome en la nuca, no se puede...
No puedo estar pensando en dos cosas a la vez. No soy una computadora con bipartición. No lo logro. En todo soy así: una cosa a la vez...
Tampoco soy sabia. Aunque tengo algo de adivina, que mis dos canas y tres dedos de frente me han enseñado.
Si me dicen las cosas las entiendo. Con una vez me basta. No soy irracional. Y agradezco cuando se me aclaran ciertos procedimientos. Cuando me dicen qué estoy haciendo mal, para tratar de mejorar.
Me angustia no saber cuándo estoy fallando, me estresa un poco estar creyendo que todo está bien y que de repente no sea así. Nadie es perfecto, yo lo sé. Y sé que no soy perfecta.
Hablando de debilidades, tal vez puedo ser un poco envidiosa, pero casi siempre está justificado. Sé lo que puedo lograr y lo que me merezco. Me enojan las injusticias y ver cómo cierta gente está donde está o logra sus propósitos sin mayores méritos.
A veces es difícil entender el porqué de algunas cosas. Pero ya he aprendido a no preguntar por qué sino para qué... Todo tiene un propósito y todo se da por una buena razón y en el tiempo que tiene que darse.
Una de cal y otra de arena. No me monto en avión, pero escucharé buena música...
Soy curiosa. Cuando tengo que preguntar algo lo pregunto, cuando tengo una duda la resuelvo. No me puedo quedar “picada”. Vuelvo a lo mismo, no me gusta no saber...
Al igual que pregunto, comunico lo que siento. Creo que hablar soluciona muchos conflictos y evita otros tantos más...
Soy bastante sincera. A veces demasiado.
A veces no tengo tacto para decir algunas cosas. A veces no sé si mis palabras ofenden... Lo que si he aprendido con el tiempo es a callarme y escuchar. Por más que las frases que recibo superen los decibeles recomendados para lo que llamaríamos una conversación normal.
No tolero los gritos. Simplemente no me gusta que me griten. Es algo que me pone muy nerviosa, me hace sentir mal y por eso trato de no hacerlo yo.
Siempre intento sonreír y estar de buen humor.Creo que se abren muchas más puertas con una sonrisa que con una segueta, a la fuerza. Si alguien me pide las cosas por bien, es difícil que diga que no. Aunque esté cansada, sea tarde y tenga que manejar.
No soy maliciosa. Es muy poco probable que haga algo con mala intención, para herir, para hacer daño, sólo por desquitarme con alguien. Sencillamente no es mi estilo.
Y son muy pocas las personas que me generan la suficiente mala vibra como para hacer un comentario negativo de ellas.
Después de todo, creo que no soy tan mala persona.
Y creo que merezco ser tratada como lo que soy y como lo que no.
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3 comentarios:
(abrazo) hiciste una buena radiografía de vos misma. Y sí, merecerías el trato acorde con lo que sos.
que vacilón, somos bastante parecidos.
Le cuento algo? Hoy fue uno de esos excepcionales días en que no me siento full, sino más bien andaba como raro, como con algo en el pecho que me apretaba...y vieras que leer esto me refresco bastante.
Gracias, Lady!!
Eres humana...y eso basta
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