Y del mejor de todos: el de mi mamá. Nada se compara con un remedio como este para quitar el estrés, la saturación mental y el agotamiento…
Además de un poco de ejercicio matutino para el cuerpo y la musica nocturna de Mozart para el espíritu, un arroz con pollo con bastante salsita y una siesta por la tarde en medio de una fiesta, de verdad que pueden hacerlo revivir a uno, quitarle el cansancio y tranquilizarle el alma.
Al despertar, movida por los aplausos del improvisado concierto de guitarra que dio mi hermano en la sala, corroboré la alegría de la cumpleañera que, rodeada de flores, de sonrisas y de un par de lagrimitas, llegaba a sus ochenta primaveras… como si estos casi 30 años de conocerla no hubieran pasado por ella.
Mi abuelita, delgadita y menuda, es todo un ejemplo de fortaleza y constancia frente a la vida. Para quien no la conoce, es difícil imaginar la tenacidad y la valentía que hay tras esa vocecita aguda y ese cabello tan blanco como su nombre.
Es la dulzura y el cariño concentrados en una persona, cocinados en un tamal asado que todos alabamos al llegar a su casa. Por eso, compartir esta vez un arroz con pollo en la mía, para festejar tenerla con nosotros igual de activa como siempre, ha sido una verdadera dicha de la que no todos pueden disfrutar.
Pensar en esas cosas es lo que me hace continuar. Valorar esos pequeños y hermosos detalles que trae incorporados la vida, es lo que me hace sonreír y dejar de preocuparme por otras cosas que a la par de ochenta años de vida, tal vez no son tan importantes, o puede que si lo sean, pero ya pasaron o todavía no se han dado y no es tiempo de pensar en eso…
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1 comentario:
Tan bella tu abue.
Y tan rico el arroz con pollo de tu ma.
Esos momentos son lo máximo para uno, realmente. Gracias por haberme permitido formar parte de ese momento :)
Te quiero muuuuuuchoooote Nanita :)
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