Síndrome del funcionario perezoso. Así podríamos describir esa apatía y pseudotristeza que tenían tus ojos. Pero como todo en esta vida tiene su compensación, aquí estoy yo con mis ojos alegres y mi sonrisa para contentarte.
¿Por qué no te puedo querer como quisieras?
No sé . Yo te quiero como te quiero, así con mi sonrisa y mis oídos abiertos. Así con ganas de verte, escucharte y absorber como una esponja todo tu ser.
Pero no es pasión. ¿Por qué? No sé.
Y guardo la distancia, pero tu voz me atrae y tus historias me encantan y me bebo las madrugadas en una taza de té. Que sabe amargo, conmo cada despedida. En la que noto tu tristeza y tu melancólico adiós. Y vuelvo aver tus ojos tristes y me vuelve el no-sé-qué en el alma. Que te quiere, sí te quiere. Pero no como quisieras. Y que descubre las verdades en tus letras y los enredos enmarañados en tus verdades.
Pero a mi sonrisa, a mi cara no le importa. Y te sigue por la carretera, desenredando las rutas de esta brisa y no dejándose vencer por la tristeza que te envuelve. Que envuelve esta amistad con su brisa.
viernes, mayo 20, 2005
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