lunes, septiembre 10, 2007

Al atardecer

Esta pequeña historia de hoy no es realmente mía, es algo que me contaron una noche lluviosa y que logré imaginar tan claramente que quise escribirla. Tiene pedacitos de aquí y de allá... extractos de otras realidades y frases de gente que quiero. Pero en realidad el esqueleto se lo debo alguien que está allí siempre y que nunca quiere que lo mencione en los créditos. O al menos que no escribiera algo sobre él. La verdad, todos deberíamos poder contar con alguien así.
Bueno, a lo que vinimos...
Comienzan a encenderse una a una, las luces de la ciudad. Son como candelillas ambar, que se ven a lo lejos...
Imaginemos que por cada una de ellas hay por lo menos 60 personas en una cuadra, cenando, durmiendo, o haciendo lo que sea... La noche es buena, en cualquiera de sus facetas, si hay luna llena, si hay estrellas en el cielo, si hace calor o hace frío, si está lloviendo, o si hay neblina... en lo personal la neblina siempre me ha gustado, después de un tiempo para acá, aun más.
Cuando la noche avanza, se comienzan a apagar las luces de las casas y quedan solo las de la calle... si descontamos a todos los desvelados, insomnes que deambulan por ahí, a esos que el ratoncito del cerebro en vez de estar de fiesta, sigue corriendo y dando vueltitas, pensando y pensando, que se quedaron viendo una película o leyendo un libro hasta tarde, a los que van al refrigerador por algo que comer, los que están despiertos cuidando a su bebé recién nacido que está llorando, o a los que talvez dentro de nueve meses tengan uno, a los guardas (no todos)... Descontando ese porcentaje que no está dormido porque realiza alguna otra actividad o inactividad, ¿cuántos más podrán ya estar soñando?
Sueños... ¿cuantos sueños podrán elevarse de ese mar de lucecitas? Por cuadra hay unos 4 o 5 postes, unas 20 casas, con 3, 4 o 5 personas adentro, tal vez más. Todas soñando.
Y si esos sueños subieran y los pudiéramos ver proyectados en las nubes, en el cielo, si cada luz los condensara y los reflejara en el cielo, podríamos mezclarlos y conocer todos esos anhelos, miedos ocultos, verdades, ilusiones... en hermosos paisajes como solo en los sueños se pueden ver, con figuras y colores que solo en los sueños hay, en tenebrosos escenarios con criaturas tan insólitas como solo en los sueños existen.
Y si tuvieramos sonidos como los que produce el trueno, con esa cantidad de voltios como para poder escuchar la mezcla con sonido envolvente, el bien afamado "surround"... el resultado sería verdaderamente impresionante.
Cuántas miles de historias fantásticas presenciaríamos, cuantos relatos dignos de un guión de cine espectacular.
Solo imaginemos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sobrecogedor: imaginar esa constelación de historias y descubrirla en tu magnífico relato.

wílliam venegas segura dijo...

Vengo y me encuentro con varios textos o nichos suyos por leer. Así que volveré luego con más calma, en la casa, ahora estoy en el periódico muy ocupado con mis notas (es lindo escribir). En el blog de Natalia le dejé esto: "AH, mi querida vaquita o mariquita, Ladybug: no hay que tenerle miedo a los espacios en blanco, no le digas eso a Natalia. En un espacio en blanco hay mucho que escribir, que dibujar, que soñar, que anhelar, que construir, que amar, que garrapatear... que crear. Crear. José Martí dice que para nosotros esta debe ser una palabra de pase: crear. Saludos a ambas".