Con olor a Sani-Pine®

El viernes el tema del día fueron los aromas.
Segun Melina, la mandarina huele a tonto, o al menos eso decían en su casa cuando estaba pequeña. Ve vos, dije yo...
Para mí, a veces el café me huele a viaje, a aeropuerto. La naranja, al patio de mi casa y al perfume de mi hermana.
Las camisetas de algodón huelen a bebé; y el zacate seco, asoleado, a vacaciones en una tienda de campaña.
El aire frío de diciembre, combinado con un rayo de sol, huele a felicidad, a sonrisas y a cumpleaños...
La memoria olfativa tal vez no es la más desarrollada en nosotros, o puede que no sea la que más utilicemos, pero sin duda es la que más impacto nos causa, sobre todo cuando recordamos un aroma que hace mucho no percibíamos.
El pan dulce recién horneado me trae a la mente el olor de su cuello... Y los pinitos aromáticos de vainilla me recuerdan los helados de naranja-piña y unos besos de madrugada, temblorosa, no sé si de nervios o de frío.
Pero más allá de lo que nos pueden recordar los aromas, es importante poder imaginarlos en la mente y Maria José hizo quizás el aporte más valioso del día al tema y es que, en medio del olor a tabaco y la vibración de la música electrónica, nos decía que para que todo esté bien, que esté en orden, tu vida tiene que oler a Sani-Pine®.
¿Cómo a Sani-Pine®? Sí, del tradicional... Si no huele Sani-Pine®, si huele a cualquier otra cosa, algo está mal... La vida tiene que oler a limpio y estar desinfectada de todas esas cosas que no sirven.
Hay que deshacerse de culpas, resentimientos, relaciones enfermizas, amistades dañinas, miedos, frustraciones, sentimientos nocivos y toda esa basura que no vale la pena y que muchas veces cuesta bastante botar.
Por eso a veces hay que agarrar un trapito y un tiempito para nuestra vida y sacar la mugre hasta que todo quede reluciente y oliendo a Sani-Pine®, como tiene que ser...